Desde que soy "adjunta" he tenido muchas ganas de escribir, pero vaya, supongo que no lo suficiente como para transformarlo en un hecho, hasta hoy.
Tener pacientes a tu cargo en una planta, mirar a los ojos a una persona que tiene un diagnóstico de Trastorno Mental Grave... y ya no eres una residente... vaya intensidad.
Desde el principio la práctica a puesto a prueba mis ideas. Pacientes que no quieren medicarse y que no van a medicarse una vez pongan el pie fuera de la planta. Pacientes que se les lleva a urgencias ante el mínimo no, o el mínimo enfado, solo porque tienen un antecedente. Pacientes que quieren vivir por su cuenta y la familia "no lo ve claro".
Utilizo la palabra "pacientes" porque es el contexto en el que les he conocido, pero en realidad solo son otro tu u otro yo.
De momento voy resistiendo, creo. Comprometida con no hacer daño, comprometida con no etiquetar a las personas y facilitarles en la medida de mis posibilidades estar mejor.
Ser psiquiatra me queda lejos, muy lejos, da igual que ya haya terminado la residencia. Apenas estoy empezando a aprender.
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